El autodidactismo ha jugado papeles importantes a lo largo de la historia como un acto de autoenseñanza, de saciar nuestra curiosidad por algo en específico o bien, como parte de políticas públicas. Este artículo argumenta que el acto de aprender es en sí una actividad comparable a la del diseño, en la cual se ponen en práctica actividades y estructuras cognitivas y metacognitivas (documentadas a lo largo de los años) involucradas también en procesos de diseño. De la misma manera, discutimos el efecto democratizador del autodidactismo en el individuo desde el aspecto emocional, así como su potencial para la creación de capital y capacidades humanas necesarias para la conservación de nuestro medio ambiente y el bienestar social de cualquier nación.
Es parte de la revista
Academia XXII; Vol. 10 Núm. 19 (2019): Diseño y Emociones